CAMBIOS POLITICOS
El
18 de julio de 1936 las tropas con guarnición en Canarias secundaron el golpe
de estado promovido por un sector del ejército y las islas quedaron
incorporadas a aquella parte del territorio nacional que se había sublevado
contra la República. El archipiélago no fue escenario de la guerra civil y los
episodios de oposición al levantamiento militar, registrados en Gran Canaria,
Tenerife y La Palma, fueron de escasa importancia y rápidamente reprimidos. El
capitán general de Canarias, Francisco Franco Bahamonde, abandonó pronto el
archipiélago para ponerse al mando del ejército de Africa, comenzando así una contienda
que duraría tres años.
La
represión política y sindical que siguió al estallido de la guerra se prolongó
hasta bien entrados los años cuarenta. Los prisioneros y represaliados se
contaron por miles, una gran parte fueron fusilados, otros fueron deportados o
condenados a trabajos forzados. La cifra de desaparecidos, fugados y emigrados
políticos está aún por determinar. La mayoría pasó largos periodos de
internamiento en las prisiones militares de Fyfffes en Tenerife o los campos de
prisioneros de La Isleta o Gando en Gran Canaria. Las consecuencias de la
guerra fueron desastrosas para el archipiélago debido a la desarticulación
comercial y al aislamiento internacional a que se vio sometido el nuevo
régimen. Por si fuera poco, el estallido de la II Guerra Mundial contribuyó a
agravar aún más la situación. El desabastecimiento de productos básicos obligó
a imponer una economía de guerra dirigida por la Comandancia Militar y por el
Mando Económico, cuyas medidas más conocidas fueron el control de los precios y
el racionamiento. Distintas formas de contrabando florecieron entonces. La
penuria era generalizada.
Las
décadas que siguieron estuvieron marcadas por la Guerra Fría y el posterior
reconocimiento del régimen por los EEUU y las potencias aliadas.
Acontecimientos como el cierre del Canal de Suez en 1967 o el proceso de
descolonización africano pusieron de relieve la importancia de la situación
geográfica de Canarias. Los principales puertos y aeropuertos isleños cobraron
un renovado interés en los planes estratégicos de la OTAN. A su vez, el
conflicto del antiguo Sáhara Español volvió a convertir a Canarias en una
región inestable.
Por
fin, tras la muerte del general Franco en 1975 se inició el periodo conocido
como la Transición Política, aprobándose en el archipiélago la Ley de Reforma
Política (1976) y la Constitución Española (1978) con un amplio respaldo
popular. Con ello quedaba restablecido en las islas, al igual que en el resto
del estado, un régimen constitucional que ha garantizado hasta el presente el
ejercicio de los derechos y deberes democráticos de los ciudadanos. En agosto
de 1982, y en aplicación del artículo 143 de la Constitución tuvo lugar la
aprobación del Estatuto de Autonomía de Canarias, accediendo el archipiélago al
autogobierno. Desde entonces se han sucedido ocho legislaturas autonómicas
alternándose en el ejecutivo de la Comunidad gobiernos socialistas, centristas,
nacionalistas y de coalición.
ECONOMIA Y SOCIEDAD
Superados
los efectos de la Guerra Civil y los años inmediatamente posteriores, la
población de las islas registró un crecimiento sin precedentes. La reducción de
la mortalidad, debido a la mejora de los servicios sanitarios, combinada con
una tasa de natalidad superior al 30º% permitió que la población de las islas
pasara de 680.294 habitantes en 1940 a 1.170.224 en 1970, registrando el
archipiélago uno de los porcentajes más altos de población infantil y juvenil
de todo el estado. Al mismo tiempo, durante la década de 1950 y 1960 se produjo
una intensa corriente emigratoria hacia Venezuela. En enero de 2012 la
población del archipiélago ascendía a 2.114.214 habitantes.
La
recuperación económica producida a partir de 1960 gracias a la expansión
turística y al desarrollo del sector servicios provocó una redistribución de la
población, que dejaría de ser mayoritariamente rural para desplazarse a las
capitales, principales ciudades y zonas turísticas. Será en estas últimas donde
ha pasado a residir el motor económico del archipiélago, convertido en uno de
los destinos turísticos más importantes de Europa. Capitales de procedencia muy
diversa han permitido la aparición de grandes concentraciones hoteleras en el
sur de Gran Canaria y Tenerife, así como en las islas de Lanzarote y
Fuerteventura, que han salido de su tradicional marginación gracias a lo que ha
dado en llamarse turismo de masas. Si en 1960 el número de turistas que visitó
el archipiélago ascendió a 73.240, en 1970 era ya de 2.011.024 y en 2010 fue de
10.537.983, en su mayor parte ingleses, alemanes y peninsulares. Asimismo, la incorporación
de España a la CEE, hoy Unión Europea, ha tenido una gran repercusión en las
islas. La consideración de Canarias como una Región Ultraperiférica, así como
la aplicación en las islas de la política agraria y de la legislación comercial
y aduanera comunitarias, han contribuido al sostenimiento de la actividad económica
y a la mejora de las infraestructuras.
La
modernización de la estructura socioeconómica vino acompañada de consecuencias
no deseadas como la masificación urbana, no exenta de episodios de marginalidad
y chabolismo, la elevada densidad demográfica, la inmigración irregular, así
como de la especulación y el deterioro medioambiental. El crecimiento económico,
que en ocasiones ha rondado el 6% del PIB, se vio interrumpido a partir de 1973
debido al alza de los precios del petróleo y la crisis económica internacional,
de nuevo en 1992 y, finalmente, a partir de 2008 con la crisis financiera e
inmobiliaria registrada en la actualidad. Aunque el turismo ha demostrado una
gran vitalidad frente a las crisis sucesivas, otros sectores como el primario
se encuentran en declive a causa de los problemas estructurales (costes de
producción y comercialización, etc.). Finalmente, la construcción es el sector
que mayor dependencia ha reflejado respecto de la evolución económica general,
sufriendo en la actualidad un grave retroceso que ha motivado el cierre de
numerosas empresas y un aumento del paro que ha alcanzado en las islas la cifra
de 289.032 personas en noviembre de 2012.
CULTURA E INVESTIGACION
La
mejora paulatina de los servicios educativos permitió una notable reducción del
índice de analfabetismo que pasó del 33´2% en 1950 al 12´7% en 1950, todavía
superior a la media nacional. La extensión de la enseñanza secundaria,
especialmente a partir de 1970, así como la ampliación de la Universidad de La
Laguna y la fundación de la Universidad Politécnica de Las Palmas en 1979
(refundada como Universidad de las Palmas de Gran Canaria en 1989) facilitaron
el acceso a la enseñanza superior. Al amparo de las universidades y centros de
investigación como el Instituto de Astrofísica de Canarias ha venido
desarrollándose en las últimas décadas una importante actividad investigadora en
campos como la química, la observación astronómica o la biología.
Con
el comienzo de la Guerra Civil la actividad artística en las islas sufrió una
brusca interrupción debido a la censura impuesta por el nuevo régimen y a la
persecución de una gran parte de los intelectuales. Algunos como Domingo López
Torres o Luis Rodríguez Figueroa desaparecieron o fueron fusilados, otros como
Pedro García Cabrera o Agustín Millares Carlo hubieron de exiliarse. Hay que
esperar a 1947 para observar una primera muestra de vitalidad en la creación
literaria local con la publicación del poemario Antología cercada, primer
testimonio de la poesía social española de posguerra. Otros poetas y escritores
que desarrollaron su actividad durante los años 1960-70 fueron Félix Casanova
de Ayala, Julio Tovar, Luis Feria, etc. En la narrativa destacaron Isaac de
Vega o Rafael Arozarena. Con mayor proyección popular y varios títulos llevados
al cine se encuentra el novelista Alberto Vázquez Figueroa.
La
Guerra Civil también interrumpió el desarrollo de la creación plástica insular,
pero con el traslado a Madrid de César Manrique, posteriormente instalado en
Lanzarote donde desarrollaría su ideal artístico, y de otros autores como
Cristino de Vera, Manuel Millares y Martín Chirino, la obra de los creadores
canarios alcanzaría relieve internacional a partir de los años sesenta. En 1973
se celebró en Santa Cruz de Tenerife la I Exposición Internacional de Escultura
en la Calle con obras de A. Calder, Henry Moore, Pablo Gargallo, Julio
González, etc. A su vez, la primera arquitectura de posguerra estuvo definida
por la aparición del llamado estilo neocanario, combinación de formas
tradicionales y aportes foráneos que se plasmó en numerosos edificios
oficiales. En los últimos tiempos la arquitectura producida en las islas ha
seguido las tendencias internacionales, destacando proyectos como el Auditorio
Alfredo Kraus en Las Palmas, obra de Oscar Tusquets, y el Auditorio Adán Martín
en Santa Cruz de Tenerife, del arquitecto Santiago Calatrava.
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